lunes, 8 de julio de 2013

Capítulo catorce.




Capítulo catorce.
ANTERIORMENTE.
- Déjame –––– murmuro con cara de asco, pero la imagen se ve más distorcionada de lo que creía.
- Vamos a mi casa.

Niego con la cabeza. E intento salir de aquella situación, pero aquel hombre de aspecto borroso, y un fuerte olor a alcohol me arrastra.


Capítulo nuevo.
Abro un ojo y ya es de día. Creo que llevo encima la resaca más gorda del mundo mundial.
Cierro el ojo, y vuelvo a acurrucarme en la almohada. Lo que me hace preguntarme, ¿cómo cojones he llegado aquí? y lo más interesante ¿por qué no me acuerdo de absolutamente nada?

Hago un repaso mental de lo sucedido, entre al bar, bebí unas copas, bebí más, volví a beber, y después estaba ese tío... El que no paraba de decirme que me fuera con él a su casa. Y de pronto abro los ojos como platos. Pero no hay nadie más sobre la cama, miro a mi alrededor y me cago en mí misma. Esta no es mi habitación, esta no es mi casa. ¿Dónde cojones estoy?
Mi respiración se vuelve entre cortada, miro mi cuerpo, y extrañamente no estoy desnuda, es más tengo una camisa (que aunque no sea mía, la llevo puesta) y unos pantalones de hacer deporte.

Suspiro nerviosa, y me restriego los ojos. Necesito estar lo suficientemente despierta como para enfrentarme a esto.
Pongo un pie sobre el suelo y al rato me empiezan a flaquear. Dios, por favor, que esto sea todo una horrible pesadilla, y me pueda despertar ya de ella.

Camino con lentitud por la habitación, y en una silla están todas mis cosas. Las cojo en silencio, y abro la puerta con sumo cuidado. Recorro el pasillo que me lleva hasta unas escaleras, ¿es de dos pisos? No lo pienso dos veces y comienzo a bajarlas, por suerte no hay nadie en la parte de abajo.
Corro con mis cosas hasta la puerta principal, no quiero saber quién es, ni cómo es, ni lo que hemos echo. No quiero.

Abro la puerta, esperando poder salir y huir, pero para mi sorpresa, miles de flashes irrumpen en mi cara, y del mismo modo que salí de la casa, vuelvo a entrar. Cierro la puerta, y me apoyo en ella. ¿Qué está pasando?

- ¿Maggie?

Clavo mi vista en el chico que ha susurrado esa palabra y las lágrimas empiezan a caer de una en una por mi sonrojado rostro. No entiendo absolutamente nada. ¿Quién es este chico, cómo se sabe mi nombre y por qué está toda esta gente, con cámaras y grabadoras, rodeando esta casa?

- Eres Maggie, ¿verdad? –––– susurra y se acerca a mí. Yo intento hacerme para atrás, pero la puerta me lo impide. Estoy asustada, muy asustada –––– Te veo preocupada, no tendrías por qué estarlo.

Niego con la cabeza, y limpio mis lágrimas con la parte superior de la camisa. Esto no me había pasado en la vida. Nunca me había sentido tan frágil e indefensa.

- Necesito... –––– digo con un hilo de voz, que me sale desde lo más profundo de mi garganta –––– Yo... No... Te conozco.
- Oh...

Él se acerca mucho más a mí, y me estrecha la mano. Yo muy confusa, le sigo el juego. ¿Qué clase de sicópata es este? ¿Dónde me he metido?

Y en ese momento, me juro a mí misma que no volveré a beber tanto en la vida.

- Soy Niall.
- Te diría quien soy yo, pero veo que ya lo sabes –––– susurro. Y poco a poco voy cogiendo fuerzas.
- Sé que es extraño, pero te voy a contar todo lo que paso, ¿vale? –––– murmura, y me coge la mano. Me lleva hasta el sillón marrón que hay en el centro del inmenso salón y empieza a narrar la historia.


Narrado por Niall.
Hace aproximadamente ocho horas.

Me adentro en el bar que me ha indicado mi amigo, miro por los alrededores pero yo no veo a ninguna chica con las características que me ha nombrado. Tomo asiento en el primer sitio que veo libre, me pido una cerveza y sigo observando el ambiente de este lugar.
Hay muchos hombres, demasiados en mi opinión. ¡Apenas hay mujeres!

Cuanto más observo, más me doy cuenta de que he estado antes en este lugar. ¡Es cierto con mis amigos! El mismo día que entró en nuestras vidas Maggie. Porque ella no solo ha entrado en la vida de Zayn, y de Harry, no, ha permanecido con todos nosotros, al ser nombrada cada uno de los días que hemos estado juntos.
No recuerdo cuantas veces ha dicho Harry lo extremadamente guapa que le parecía esa chica, ni tampoco las veces que Zayn ha dicho que es perfecta, (sí, antes de que conociera a Perrie decía ese tipo de cosas).
Yo, por mi parte, no le encontraba esa parte tan sobrenatural que hacía que cualquier chico cayera a sus pies. Me parecía una chica demasiado perfecta para mí. No es para nada mi tipo.

Niego con la cabeza, y tomo otro sorbo. Mi amigo me había dicho que la había visto aquí, pero yo sigo sin verla.
Y de pronto, veo como unos tíos no paran de acosar a una chica. Está borracha, muy borracha, creo que no se está enterando de nada. Y así es. Pretenden llevársela a su casa, así, casi inconsciente. ¿Cómo pueden haber tíos tan rastreros?

Me acerco a ellos, y justo cuando la miro a los ojos sé que se trata de ella, es Maggie.

- ¿Se puede saber qué coño estáis haciendo con mi hermana? –––– suelto intentando intimidar a aquella gente. Aunque en el fondo, estoy muy asustado por su futura reacción.
- ¿Tu... Hermana? Sino os parecéis en nada.

Le pego un empujón al chico que la sujeta, y la cojo en brazos. No pesa nada, en serio, parece como si estuviera llevando a una niña pequeña.

- ¿Qué cojones íbais a hacer con ella en este estado? ¿Jugar a las casitas o qué? Será mejor que me dejéis pasar...
- Cuidado con tus palabras.

Le miro desafiante. Nunca antes me había comportado así, y, realmente, no me pega nada. Pero tenía que hacerlo, por mi amigo, por ella, por mí. Si quería salir ileso de esta conversación, tenía que comportarme así.

- He dicho, que me dejéis pasar.

Y justo en ese instante, siento como si alguien me agarrara por la espalda. Quiero defenderme, pero con ella en brazos me es, completamente, imposible.

- ¿Qué coño hacéis? Dejadlo en paz –––– grita mi amigo, quitando las sucias manos del hombre que estaba a punto de pegarme.



- Fue todo muy intenso, de verdad. Yo y tú salimos ilesos, pero él recibió un buen golpe en la cara. Sinceramente, no sé como pudo con todos ellos, porque, a pesar del horrible puñetazo que recibió en la cara, siguió peleando. Fue increíble.
- Pero... A quién te refieres exactamente cuando dices "mi amigo".
- A...

Y en ese momento, sale él desde el pasillo, con unos pantalones de pijama, y una camisa de botones blanca a conjunto. Sus ojos verdes se clavan en los míos, y, al saber todo lo que ha echo por mí, voy hacia sus brazos y me fundo en un abrazo.

- Lo siento, lo siento, lo siento –––– digo entre sollozos –––– He sido una gilipollas, una irresponsable, una... –––– me interrumpe.
- Ya está... –––– susurra, mientras me abraza con fuerza.

Siento el fuerte latido de su corazón, que va a mil por hora, al igual que el mío. No puedo parar de llorar, lo intento, pero sigo sin poder.
Él me besa tiernamente la frente, y yo me quiero morir de amor. No me merezco esto, no me merezco haber conocido a un chico tan impresionante, no me merezco que sea tan bueno conmigo, no me merezco absolutamente nada, pero aún así él me ha ayudado y me ha sacado de aquel tremendo lío.

- Tenemos que hablar, Maggie.

Yo asiento, sin apartarme de sus brazos, no quiero que este momento termine nunca.

- Vamos, debes de tener hambre –––– murmura, mientras me coge la mano y me lleva hasta la cocina.

La cocina es enorme, y hay tantas sillas que no sé donde sentarme. Al final, cojo una aleatoriamente. 

- Me gustaría hacerte el desayuno, Maggie –––– susurra. Me limpia las lágrimas con su mano, y después me aparta un mechón de pelo, para colocarlo detrás de mi oreja.
- No... No tienes por qué hacerlo.
- Sé perfectamente que no hace falta, pero aún así, quiero hacerlo.

Sonríe, y mi estómago da un giro de trescientos sesenta grados. Esa puta sonrisa la he extrañado todos los putos segundos del día.


- Esto si es un desayuno en condiciones –––– digo, y me meto un trozo de tostada en la boca –––– No como el que yo te preparé.
- Cierto.

Intento no mirarle a los ojos, porque sé que si lo hago, no podré parar de llorar. Me angustia tanto estar peleada con él, guardar este secreto, tener tantos problemas...

- Maggie... –––– murmura, y se acerca a mí. Yo sigo sin mirarle, sonrío con el rostro agachado –––– Maggie –––– vuelve a murmurar, pero esta vez levanta mi cara –––– Mírame, por favor.
- Es que... –––– las palabras no me salen.
- No llores, solo quiero hablar. Solo eso –––– murmura con un tono tranquilizador –––– Sé que lo pasaste mal cuando estuviste con Zayn. Sé perfectamente como te tuviste que sentir, y, lo creas o no, te entiendo. Fue un impresentable, un gilipollas, un... Un... –––– las lágrimas no cesan, y aunque lo intente con todas mis fuerzas, no puedo parar –––– Y quiero decirte que no seré como él, te trataré bien, te lo prometo. Intentaré que todos y cada uno de los días tengas una razón para enamorarte de mí –––– yo solo me muerdo el labio inferior y escucho sus palabras –––– Creo que puedo aportate muchas cosas, y tú también a mí.
- Todavía quedan muchas cosas del pasado que no se han arreglado –––– susurro.
- Deberías dejarlas en el pasado, y centrarte en el presente. Yo podría ayudarte.

Siento como su mano se entrelaza con la mía.

- Pero antes de todo esto, necesito que escuches una cosa que te tengo que contar –––– al escucharlo un nudo se me forma en la garganta –––– Solo te pido una cosa, no huyas, no me dejes antes de empezar. Por favor.
- No lo haré –––– susurro tímida.
- Bueno, Maggie, voy a empezar. Pero no hagas nada, ni me digas nada hasta que termine de contarte la historia, por favor –––– dice. Parece nervioso, y no para de respirar con brusquedad. Yo asiento a su frase, y le escucho con atención –––– ¿Recuerdas la noche en la que nos conocimos? Realmente no nos conocimos ahí. Fue mucho antes. Cuando te encontraste con Zayn en aquel mismo bar, hace muchísimos meses fue cuando me encapriché por ti. Él, simplemente, se me adelantó, y tú caiste ante sus encantos. Es comprensible, yo también lo hubiese echo –––– hace una breve parada –––– Estuvistéis varios meses. Intensos, muy intensos. Lo sé. Sé que estuviste hasta las trancas por él, y tengo que decirte que a él le gustabas mucho, pero cuando llegó Perrie todo cambió. Ella destrozó todos los esquemas de Zayn, nunca antes había sentido algo así por una chica. Y temo decir que ni siquiera por ti pudo llegar a sentir algo tan fuerte. Creo que ahí fue cuando vi mi oportunidad. Esperé un par de meses, hasta que estuvieras preparada para otra relación. Sabía que todos los viernes ibas a ese bar, he escuchado que te lo pasabas en grande, y eso realmente me sorprendió. Entonces decidí que era el momento de intentarlo. Hasta que... –––– Harry me mira pensativo, creo que no quiere decirme lo de Zayn, o si... Estoy confundida –––– Maggie, es que no sé si debería contártelo.
- Harry, te pido por favor que sigas con la historia.

Sus ojos verdes se clavan en los míos, y siento como me vuelvo pequeñita ante él. Su profunda mirada me deja helada.

- A Zayn se le ocurrió la brillante idea de hacer una apuesta –––– frunzo mis cejas como si pareciera confusa –––– Y en ese entonces no me pareció mal. Para nada, es más me divertía. Me lo tomé más como un juego que como algo personal. Pero a medida que te fui conociendo se me hacia más difícil.
- ¿Qué clase de apuesta, Harry? ¿A qué te refieres?
- Tenía que conseguir enamorarte en 20 días.
- ¿Y después qué?
- Dejarte.

Suspiro, me levanto de la silla y me alejo unos metros de él. Esto se me está haciendo más difícil de lo que pensaba.
Hago un repaso mental, y saco la teoría de que si ya lo sabía no tendría por qué sentirme tan sumamente mal, pero aún así me sigo sintiendo como una mierda. No entiendo por qué tengo sentimientos tan opuestos. No me entiendo a mí misma.

- Maggie, te pedí por favor que me dejaras contar toda la historia.

Me giro y lo miro fijamente a los ojos. Tiene razón por mucho que lo quiera matar ahora mismo. ¿¡Pero qué cojones se supone que estoy diciendo!? 
Maggie, ¿por qué eres tan hipócrita? Si tú querías hacerle lo mismo a este semental.

¡Céntrate, joder, escucha a Harry y después discutes contigo misma!

- Sigue –––– le digo a regañadientes.
- No puedo decirte que la misma noche en la que conocí quise dejar la apuesta, porque no sería sincero contigo, y eso tampoco sería justo. Pero cuando te volví a ver, Dios, cuando volví a besarte Maggie, todo cambió. Absolutamente todo. No quería dejarte, no quería hacerte daño, no quería enamorarte de esa forma. Y luego me dejaste tirado, en aquel restaurante, y quería de nuevo seguir con la apuesta, joderte por haberme dejado así, de aquella manera, en otras palabras, tirado, así me sentí. Pero cuando te vi llorando... –––– agacha su rostro y resopla. ¿Qué... Qué le está pasando? –––– Sentí como mi alma se destrozó. Puedes creértelo o no, estás en tu derecho de no hacerlo, pero te lo estoy diciendo completamente en serio. Nunca antes me había sentido tan mal. Y pensé "¿qué cojones voy a hacer cuando la deje y se ponga a llorar delante de mí?", no iba a ser capaz de soportarlo por mucha apuesta que hubiera. Y te prometo que desde ese momento lo único que he querido es... Estar bien contigo, pasárnoslo bien, tratarte de la mejor manera posible, hasta que nombré a Zayn en nuestra comida. Sé que la cagué. Porque lo sé perfectamente. Pero no entiendo por qué no me llamaste, por qué no querías explicarme lo que había pasado.
- ¡Si te llamé! –––– grito desesperada –––– Te mandé un mensaje, y no me respondiste, no recibí ni una sola respuesta. Y ahí sentí que mi antiguo yo había vuelto, y eso es lo último que haré en esta vida. No dejaré que nadie me pisotee. No quiero enamorarme, ¿ahora entiendes por qué es mi mayor miedo? Porque lo entrego todo, porque pongo muchas expectativas sobre la relación, porque dejo de cuidarme a mí misma y dejo de darme valor, solo por la persona que está a mi lado. Y eso es lo peor que puedes hacer. Es jodidamente asqueroso. No hay una sensación que me provoque más pavor que la de estar enganchada a alguien. Y yo contigo, creo que... Con el tiempo pueda llegar a estarlo. Y tengo miedo. Miedo de que me hagas daño, de sufrir, de que me dejes. De que te des cuenta de que no valgo una mierda en comparación con todas las chicas que hay por ahí.

Harry me mira fijamente, sin poder creerse todas las palabras que han salido de mi boca. Se acerca a mí y me abraza inesperadamente. Y yo se lo agradezco profundamente, porque siento el corazón en la garganta. Tengo unas ganas de estallar, llorar, comer helado, y tirarme en mi sillón, terribles.

- Eres la chica más alucinante que he conocido en mi vida. De verdad, ¿cuántos días hace que te conozco? ¿Ocho? ¿algo menos tal vez? Y ya pienso que eres perfecta. Así que por favor Maggie, no digas esas cosas de ti.
- Piensas eso porque no has pasado un día entero conmigo. Desde que lo hagas no querrás saber nada más de mí.

Él sonríe y se acerca a mi rostro. Hace tanto tiempo que no me encuentro tan cerca de él, que todo mi cuerpo se convierte en gelatina. Me quiero morir de vergüenza. Creo que hasta me he sonrojado.

- Eres preciosa, ¿lo sabías? –––– niego con la cabeza, sin dejar de mirar a sus ojos, y luego a sus labios, y de vuelta a empezar –––– Pues quiero que lo sepas, porque es así.

Mientras él se acerca a mí, yo cierro los ojos. Al sentir el tacto de sus labios sobre los míos me estremezco, es una sensación tan embriagadora. Los separa unos segundos y vuelve a poner sus comisuras sobre las mías. Oh... Harry, cuanto había echado de menos esto. Harry sonríe y siento sus dientes sobre mis labios. De pronto su lengua recorre todos los huecos de mi boca, sabe tan bien. Tan... A Harry. Se separa unos milímetros y vuelve a besarme. Sus manos recorren mi espalda, y me acercan mucho más a él.

- Harry... –––– jadeo.
- Sh...

Siento una mano sobre mi rostro, luego alrededor de mi pelo. Sus suculentas comisuras se centran en mi cuello, un, dos, tres, hasta cuatro intensos besos, que me producen una acumulación de sentimientos inaguantables.
Harry se separa unos pocos centímetros, me mira y yo sonrío. Somos cómplices de lo que vamos a hacer.

- ¿Estás segura de que quieres...?
- Vamos.


    No hay comentarios:

    Publicar un comentario