lunes, 8 de julio de 2013

Capítulo dieciocho.





Capítulo dieciocho.
ANTERIORMENTE.
- Maggie Stewart... –––– coge mi mano y yo sonrío –––– ¿Te gustaría ser mi compañera de viajes en esta travesía que es la vida?
- Es la cosa más ridícula, estúpida y remilgada que he visto en mi vida. Y por eso te digo que... Sí, quiero.

Capítulo nuevo.
El corazón me aporrea el pecho a un ritmo frenético. Creo que nunca antes me había sentido así. Tan... Feliz.

Harry se acerca a mis labios. Coge mi delicada cara. Siento el calor de sus manos sobre mi rostro y sonrío. No paro de sonreír. Maldita sea.

- Quiero que esto sea especial, Maggie –––– susurra a dos centímetros de mis labios. Vamos bésame ya. –––– No dejes que la cague, por favor.
- No lo haré –––– digo jadeando. Y sin darme cuenta me muerdo el labio inferior.
- ¿Me lo prometes? Necesito que me lo prometas.
- Te... Te lo prometo, Harry.

Y después de aquella promesa de amor, Harry, por fin, me besa.

Sus cálidas comisuras acogen las mías de una manera sublime. Mi lengua acaricia tímidamente la suya y se une a ella en una lenta sinfonía de sensaciones.
Juro que estos sentimientos nunca me habían inundado. Ni siquiera con Zayn.




Narrado por Harry.
- Espera un momento –––– susurra Maggie y me da un corto beso en los labios, antes de levantarse del sillón de terciopelo rojo.

Intenta separar su mano de la mía, pero no dejo que lo haga. Y antes de que pueda escaparse la atraigo hacia mí, haciendo que se siente sobre mis piernas de nuevo, y la beso. Ella sonríe, y posa sus manos sobre mi rostro, lo acaricia y vuelve a sonreír. Noto como sus cálidas mejillas se sonrojan.
Es lo más tierno que he visto en mi vida, en serio.

- Harry... –––– musita sonriente y se humedece los labios. Oh, Maggie, no hagas eso. Por tu bien.

Vuelve a intentar irse, posa uno de sus pies en el suelo y casi consigue ponerse de pie. Pero todo queda en vano. Porque vuelvo a tirar de ella y la beso. Un beso, tras otro. Quiero desgastar esos preciosos labios.

- Harry solo serán dos segundos.

Poso mis manos sobre su espalda. Y hago que no quede distancia entre nosotros.
Maggie sonríe con esa pequeña sonrisa a unos milímetros de mis comisuras. Rosa su nariz con mi mejilla y la mueve de un lado hacia el otro. Luego apoya su cabeza sobre mis hombros y me abraza.

- Solo quiero ponerme algo decente. Son las doce y media de la mañana y sigo en pijama. Por favor, deja que me cambie de ropa –––– susurra en mi oído con un tono infantil. Bastante gracioso.
- Ese pijama es perfecto para lo que tengo pensando hacer hoy.

Maggie me mira confusa. Alza sus cejas sin darse cuenta y me mira con una intensidad que hace que tenga que apartar la mirada.
Esos impenetrables ojos marrones me tienen absolutamente cautivados.





Narrado por Maggie.
- ¿Has oído eso? Creo que ya están listas.

Me levanto al instante.
Camino contoneándome unos pocos pasos y miro de reojo, unos segundos después, a Harry. Necesito que sienta la necesidad de necesitarme de una vez por todas.
Observo como sus verdes ojos me miran con deseo, y sonrío victoriosa para mis adentros.



Hace apenas quince minutos.
Beso su cuello con lentitud, sintiendo cada beso, escuchando cada suspiro, cada gemido provenientes de Harry. Me encanta la cara que pone cuando le beso en esta parte del cuerpo.
Me siento del todo deseada, y eso realmente es encantador.

Cojo las manos de Harry y las poso en mi cintura. ¿Qué le pasa? ¿Por qué está tan parado? ¿Acaso no quiere...? Espero que solo sean cosas mías.

Su torso desnudo es del todo tentador, y me encantaría besarlo todo ello. Doy un último beso en su cuello y...

- Maggie... Espera, espera –––– dice jadeando.

Me aparto unos centímetros, y bajo mi rostro. Es la segunda vez que me pasa esto.

- Maggie –––– suspiro y aparto mi rostro. No quiero mirarle. –––– Maggie, mírame –––– sigo sin hacerlo –––– Maggie, joder.

Harry hace que lo mire de una forma muy sutil. Con su mano agarra mi barbilla y esto me obliga si o si a mirarle.

- No es que no quiera. De verdad que no eso. Te lo puedo asegurar... –––– suspira, y me roba un pequeño beso –––– No sé ni cómo me he contenido tanto tiempo –––– "ni yo tampoco" pienso.
- Estoy empezando a pensar que no soy lo suficiente como para hacerlo contigo.

Me apoyo en sus piernas y me levanto del golpe. Estoy enfadada.

- Ven aquí. Deja que por lo menos intente explicarte esto.
- Sí. Quiero que me expliques como es posible que me tengas así –––– señalo mi cuerpo que se encuentra en ropa interior –––– Y no quieras hacer nada conmigo.

Harry se levanta del sillón y se acerca a mí. Intenta coger mi mano y yo de inmediato la aparto. Sé por donde quiere ir, quiere jugar sucio, y no. Esta vez no.

- Con el historial que tienes me sorprende.
- Tú tampoco te quedas corta, Maggie.
- ¡No es lo mismo! –––– grito enfadada.
- ¿No lo es?
- No, por supuesto que no –––– suspiro y me doy la vuelta –––– No me puedo creer que estemos discutiendo por esto... –––– susurro.
- Maggie –––– da unos pasos y se posa a centímetros de mí –––– Lo que te dije el otro día... Iba totalmente en serio. Quiero que nuestra primera vez sea especial. No quiero que esto se vaya a la mierda por adelantarnos. Por correr, por ir con prisas que son totalmente innecesarias.
- Haces que yo quede como la mala de la historia y no es así.
- Y no quiero que sea así. Quiero que comprendas que necesito hacer esto porque tú no eres como las demás. No eres como todas esas chicas con las que he estado, eres diferente.
- ¿Diferente?
- No creo que pueda explicarme, porque no soy capaz de entender lo que provocas en mí.

Sin darme cuenta se me escapa una pequeña sonrisa. Saber eso es gratificante.
Poso una mano sobre su cintura, noto sus marcados oblicuos y me derrito ante ellos. Me encantan. ¡Maggie, céntrate!

- Conque diferente.

Harry apoya su frente en la mía, y yo sonrío ante su gesto.

- ¿Cuánto tiempo crees que vamos a estar sin ya sabes... Sin hacer nada?
- No lo sé. No sé cuando debería ser el momento.
- Te apuesto lo que quieras que antes de tres días consigo que caigas rendido.
- Señorita Maggie no juegue con fuego que al final puede acabar quemándose.
- Si esto es un pecado quemémonos juntos en el infierno, señor Styles.
- Trato hecho.





- Maggie sé lo que estás haciendo. Y no vale. Estás jugando sucio.
- Yo nunca juego sucio, pequeño.

El bol arde, por eso corro hasta el salón y dejo todas las palomitas sobre la mesa. Están tan calientes que echan humo. Tienen una pinta exquisita.

- ¿Pequeño?
- No sé, me ha salido así.
- No me gusta ese mote. Hace como si lo nuestro fuera la relación típica entre jóvenes y no es así, es...
- Especial –––– digo y él sonríe sarcásticamente.
- Te ha gustado la palabra eh.

Sonrío y me pongo sobre sus piernas. Rodeo su cuello con mis brazos.

- ¿Y cómo quieres que te llame entonces?
- Pececillo, qué se yo.
- No tienes cara de pececillo.

Me río, y mi risa retumba por toda la habitación.

- Ahora en serio. Sino es original, no tiene gracia.
- Ya pensaremos en ello otro día. Ahora vamos a ver la película.
- Querido John es lo más cursi que he visto en mi vida.
- ¿¡La has visto!?
- No, pero seguro que lo es.

Sonrío.

- Calla, y pon la película de una vez.




- ¿Y bien? ¿Te ha gustado?
- Sino fuera porque has estado llorando toda la película y he tenido que estar todo el rato abrazándote hubiese sido horrible.
- Eres terrible.
- Y tú preciosa –––– dice y se acerca a las comisuras de mis labios.

Me acerco a él y sonrío. Me encuentro a menos de un centímetro de sus labios.

- ¿Si te beso lo haremos y me dejarás ganar?
- No –––– susurra y se ríe.
- Pues entonces... –––– me humedezco el labio inferior –––– Te has quedado sin beso.

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