Capítulo cuatro.
ANTERIORMENTE.
- Disculpe, señorita.
Me interrumpe una voz ronca a mis espaldas.
Capítulo nuevo.
Se me entrecorta la respiración al escuchar esa voz, me giro con sumo cuidado. Y al ver que no es él suspiro, todo mi cuerpo vuelve a la normalidad. ¿Por qué tengo la ligera impresión de que me lo voy a encontrar aquí si sé perfectamente que no va a ser así?
- Este año los señores Trevelgan han decidido cambiar un poco sus rutinarias fiestas, por lo que se deberá llevar una máscara dentro del salón. ¿No se lo comentaron? –––– niego con mi rostro, incrédula. ¿Y ahora qué se supone que voy a hacer? No tengo ninguna –––– No ha traído ninguna... Bien, creo que tengo unas cuantas guardadas. Espere aquí.
Sonrío con dulzura. Su amabilidad me sorprende. Toda la gente de por aquí suele ser bastante... Antipática y arrogante. Esto es algo nuevo para mí.
Doy cortos pasos hacia mis alrededores sin saber a donde ir. Le pego un sorbo a mi copa. Me humedezco los labios y sonrío. Aún sigo pensando en sus tentadores labios.
Una pequeña parte de mí quiere pegarme una bofetada por haber sonreído al pensar en el beso del señor Styles, otra sigue queriendo reírse.
Su beso fue tan embriagador.
- Aquí tiene –––– sonrío y cojo la máscara con sumo cuidado. No quiero romperla.
- Muchísimas gracias.
Es negra con pequeños toques verdes. Se ve que la ha elegido expresamente para mí, para mi conjunto. Siempre tan controladores estos señores Trevelgan.
Me pongo la máscara y camino sin un rumbo fijo por el salón. ¿Dónde estará Briggit? Cuando yo me levanté ella ya se había ido. Seguramente para darme una lección y enseñarme a que tengo que ser más independiente, pero si así fuera le ha salido mal la jugada. Porque he llegado justo a tiempo y sin su ayuda.
Toma esa, Briggit.
Observo a las personas que bailan en el centro del salón. Y sonrío. Ed ha conseguido bailar con Maddeline. Llevaba un año y medio detrás de aquella chica y por fin lo había conseguido. Me alegro mucho por él, es un gran chico. Sigo observando y no me puedo creer lo que estoy viendo, es Briggit con un apuesto joven. Es... Es... Ethan. Todos los pelos de mi cuerpo se ponen de punta al verlo. Hacia tanto tiempo que no nos veíamos. Y ahora está aquí, con una de mis mejores amigas.
Intento no pensar mucho en ello. Nosotros no tuvimos una relación, no tuvimos nada... O eso dijo él, cuando me dejó hace dos años.
Me estremezco al recordarlo. Ahora me da igual, pero en ese entonces me destrozó.
Dejo mis brazos en jarras. Y resoplo.
- Hola, Maggie –––– es mi jefe, el señor Trevelgan.
A medida que se acerca noto como me come con la mirada. Es todo tan repugnante, un hombre de unos sesenta años intentando seducirme. Dios.
Sonrío pareciendo encantadora, le doy un beso en cada mejilla y me despido poniendo de excusa que Briggit me está esperando.
Camino por un largo pasillo, saliendo del salón. Solo he estado tres veces aquí, pero me conozco esto bastante bien. Dejo de andar cuando llego a las grandes cristaleras del comedor. Está todo oscuro, pero la luz procedente de afuera me reconforta. Se ve todo Londres, es tan... Perfecto. Muy diferente de Seattle, donde solía vivir antes con mis padres adoptivos.
- ¿No cree que el destino ha sido muy caprichoso con usted?
Esa voz... Suena tan ronca como es de costumbre. Sonrío.
Sus dedos rozan lentamente mi brazo. Oh dios, me tiembla todo.
- Señor Styles, creo que estoy sufriendo un leve acoso por su parte desde esta mañana. ¿Son cosas mías o realmente es cierto?
Noto sin verle como sonríe. Giro mi rostro unos dos centímetros, casi sin moverme. Su perfume me envuelve, me aturde. Es tan embriagador.
- Sé que le gustaría oír que es cierto, pero... –––– siento como sus dedos apartan con suavidad varios mechones de alrededor de mi cuello, santo cielo. Harry, por favor, estate quieto. –––– Es mera casualidad.
- Permítame decirle señor Styles que no creo en las casualidades.
Sus yemas rozan con suma delicadez mi cuello. Dejándome realmente aturdida. No puedo pensar con claridad, ¿qué me está pasando?
- Y una cosa más... –––– susurro –––– Besar a una chica sin su permiso y salir huyendo después de hacerlo no es muy de caballeros. ¿No cree?
- ¿Qué ser retorcido le haría algo así? –––– pregunta con ironía. Su voz, oh, su voz hiela todo mi cuerpo.
- Usted.
- Entiendo.
Giro mi cuerpo hacia donde está él. Sus ojos verdes se clavan en los míos. Está todo oscuro, pero sé que esta noche está realmente encantador. Su pelo rizado vuelve a caerle por la frente. Como me gustaría hundir mis dedos sobre su cabello e inhalar todo su perfume. Huele tan sumamente bien.
- ¿Le importaría concederle un misero baile a este servidor?
- Pero... Sino hay música –––– digo confusa.
- Eso no es un problema –––– en ese momento saca un mando del bolsillo de su americana y pone una balada preciosa.
Lo miro sonriente y me acerco a él. No quiero pensar ni por qué está aquí, ni cómo ha echo para poner la música en este comedor. Solo en lo atractivo que está esta noche, y que está aquí, únicamente para mí.
Sus dedos se funden en los míos. Su otra mano recorre mi cintura, y yo siento como poco a poco me voy derritiendo, mientras una carga eléctrica recorre mi cuerpo con lentitud.
Apoyo la mano que tengo libre sobre su hombro y nos miramos.
- Está realmente arrebatadora.
- Usted tampoco está nada mal.
Sonríe. Oh, por favor, Harry no sonrías más así sino quieres que te bese.
Apoyo mi cabeza sobre su pecho, su corazón va a mil por hora y eso me tranquiliza. A él también le pongo nervioso.
- ¿Recuerda cuando me dijo que le costaba pensar con claridad al estar yo cerca?
Me sonrojo. Y agradezco que las luces estén apagadas.
- Sí –––– balbuceo.
- Pues ya sé exactamente como se siente. Porque causas la misma sensación en mí, Maggie.
No sé que decir, y siento como mis mejillas enrojecen a medida que pasan los segundos. Así que decido que lo mejor es seguir apoyada en su pecho. Me siento tan bien ahí. Tan protegida.
- Maggie...
Su cálida voz susurrada en mi oído hace que mis piernas flaqueen, y que mi estómago no pare de mandarme pinchazos.
- Harry...
- Háblame de ti.
- ¿De mí? No hay mucho que contar. No soy una persona interesante. Pero por lo que vi esta mañana tú si que lo eres.
- ¿Yo? No soy más que un chico de New Castle que ha cumplido su sueño.
- Suena encantador. Cuéntame más.
Seguimos bailando, y contándonos historias durante horas. Horas que se pasaron como segundos.
- Ha sido un bonito encuentro, ¿no crees?
- Los he tenido mejores.
- ¿Ah sí?
Asiento con mi rostro y sonrío. No puedo creer lo bien que lo he pasado esta noche.
- Maggie, tengamos una cita –––– susurra de pronto –––– Una cita... De verdad. Nada de juegos, nada de encuentros, nada de cámaras, nada de bares... Solos tú y yo.
- Yo...
Me muero de ganas de contestar "sí". Pero quiero hacerlo sufrir un poco.
- No aceptaré un no por respuesta.
- Harry... Las cosas se ganan... A pulso. Dame una razón por la que ir e iré.
- Te daría mil razones, pero la primordial es que quiero pasar más tiempo contigo.
Mi corazón late con más fuerza, e interiormente estoy eufórica.
- Ya sabes mi número. Cuando te sepas las otras novecientas noventa y nueve razones, me llamas y me las cuentas, ¿vale?.
- No te preocupes que lo haré.
- Buenas noches, señor Styles.
- Buenas noches, Maggie.
Bajo los últimos peldaños de las escaleras y ya me encuentro en el garaje de la gran casa en la que me encuentro. Miro a mis alrededores... No hay nadie.
Pego un pequeño grito de desahogo. Si, si, si, si, si... ¡Tengo una cita con Harry!
Narrado por Harry.
Tomo el sorbo de la última copa de la noche. Oh, Maggie, estaba realmente preciosa. Pero nada mejorará el traje negro entallado de la otra noche, estaba encantadora.
Sinceramente es una de las chicas más increíbles que he conocido, es tan sencilla, pero tan complicada a la vez.
Cojo mi móvil. Marco un número con rapidez y envío un mensaje; "Me encantaría enredar mis dedos sobre tu cabello. Solo me quedan novecientas noventa y ocho. El señor Styles, ansioso de poder verla otro día."
Sonrío como un tonto ante el móvil. Esto va mejor de lo que pensaba. Tengo que llamar a Zayn y decirle que el trato esta más que cumplido. No necesito veinte días para enamorar a esta chica, con tres días más me será suficiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario