lunes, 8 de julio de 2013

Capítulo diecisiete.




Capítulo diecisiete.
ANTERIORMENTE.
- No sé por qué lo he echo. Es decir, estaba a punto de irme, y de pronto he ido... Como si...
- ¿Como si qué Maggie?
- Como si me estuvieran a punto de quitarme algo importante, algo que no podía perder.
- ¿Y qué quieres decir con eso?
- Harry... Necesito irme a mi casa.

Capítulo nuevo.
De pronto me encuentro mal, me duele el pecho y no encuentro un motivo aparente, o si... No sé.

- ¿A... Casa? –––– susurra Harry espantado.

Parpadea muy rápido, como si estuviera confuso y me coge la mano izquierda. Nada más rozar nuestras manos una corriente eléctrica invade mi cuerpo. Esto... Esto nunca me había pasado con ninguna otra persona.

Al instante aparto mi mano de la suya.

- ¿Tan mal he estado? –––– murmura.

Le miro sin saber qué decir. ¿Mal? Ha sido fantástico. Extraordinario.

¿Entonces qué cojones pasa, Maggie? ¿Qué está haciendo mal el pobre chico? ¡Aclárate!

Me muerdo el labio inferior en busca de respuestas. Pero no puedo averiguar que me pasa.

- No es nada que hayas echo. Supongo.
- ¿Supones?
- De verdad que necesito irme.

Dejo la copa en la barra, pestañeo sin parar ya que las luces del antro me están mareando y pongo rumbo hacia la salida. No sé que demonios me pasa, bueno si, no. No sé.

- ¡Maggie! ¡Maggie, espérame!

Al oírlo camino incluso más deprisa que antes.
Solo quedan unos metros para llegar a la puerta. Pero justo en ese momento, siento como una mano me atrapa.

- Maggie, no entiendo qué pasa. Que he echo mal. Que se supone que debo hacer para que te quedes, para que me expliques todo esto. No sé.
- Harry, es... Complicado.

Él me sigue mirando como si así fuera a decirle lo que me ocurre. Su mirada penetra en la mía de una manera completamente mágica. Y eso me aterra.

- No me mires así.
- ¿Cómo?
- De la forma en la que lo estás haciendo ahora mismo.
- ¿Y cómo se supone que lo estoy haciendo?
- Como si realmente sintieras algo por mí.

Harry mira para los lados, sin todavía creerse lo que acabo de decir. Me coge de la mano y me saca de la fiesta. Caminamos unos metros hasta llegar a su coche y allí nos sentamos. Ahora estamos solos, sin nada que pueda interrumpirnos, sin música de fondo, sin terceras personas. Solo nosotros y el silencio sepulcral que hay dentro del coche.

- Maggie, siento algo por ti.
- No me digas eso.
- ¿Por qué? –––– pregunta extrañado, y alza sus cejas.

Me humedezco los labios.

- Porque... Ya de por si me cuesta aceptar que me gustes. Y ver que soy correspondida, y que podemos empezar una relación me asusta.

Resoplo.

- Tengo miedo, Harry. Tengo miedo de lo que puedo llegar a sentir por ti.

Él me coge la mano y la besa con ternura. Luego sonríe, esto hace que los hoyuelos de su magnífico rostro reluzcan mucho más y debo decir que son extremadamente irresistibles.

- Yo también tengo miedo a veces, Maggie.

Saber eso realmente me tranquiliza.

- Hace meses que no siento nada por nadie, y sentir todos estos sentimientos de pronto por alguien es realmente... Aterrador –––– cierro mis ojos y sollozo. No sé por qué me está pasando esto –––– La forma en la que me miras, como me tratas, como me abrazas... Me besas. Nadie lo había echo así nunca.

Harry sonríe con ternura y se acerca a mí. Poso mi cabeza sobre su hombro. No puedo parar de sollozar.

- Te contaré un secreto.

Poso tímidamente mi mirada sobre la suya, mientras me acurruco en sus brazos. Puedo decir con firmeza que cuando más me siento protegida es cuando estoy entre sus brazos.

- Eres la chica más complicada, temperamental e insoportable que he conocido en mi vida –––– no sé que decir, solo lo miro y escucho atentamente –––– Pero cuando me miras y sonríes... Me olvido de todas esas mierdas, porque sé que detrás de esa chica tan segura de sí misma, y tan independiente, se esconde la auténtica Maggie. Una capaz de llorar, capaz de reír, de dejarse llevar. Y eso, eso Maggie, es lo que realmente me encanta.
- Ni siquiera yo sé quien es la auténtica Maggie, Harry. Ese es el problema –––– susurro.
- Deja que te ayude a averiguarlo.
- ¿Lo dices en serio? ¿Serías capaz de soportarme sabiendo que soy una tremenda imbécil?
- Por supuesto que lo haría.
- Eres... Terriblemente perfecto... –––– murmuro y lo cojo por la camisa.

Hago que se acerque a mí, y cuando nos encontramos a casi dos centímetros le beso en los labios.




- Sabes que no tenías por qué traerme a casa.
- Quería hacerlo.
- Podías haberte quedado en la fiesta.
- Sin ti no habría sido lo mismo.
- ¿En serio? Cuando te vi bailando con aquellas tres rubias juré que podías apañártelas tú solito –––– murmuro mientras saco las llaves de mi casa.
- Los celos nunca han sido bien vistos en nadie, pero a ti te hacen aún más atractiva.

Le saco la lengua.

- No me puedo creer lo que ven mis ojos. ¿Me acabas de sacar la lengua?
- Sí, lo he echo. ¿Alguna objeción, señor Styles?
- Ninguna, señorita Maggie.
- Entonces me despido, y que pase buena noche.
- Sin usted nunca serán buenas las noches.

Sonrío. Y me quedo sin saber qué decir.

Abro la puerta, y le miro con dulzura. Ahora mismo le comería a besos.

- Buenas noches, Harry.
- ¿Buenas noches? ¿Así te despides después de la noche que me has dado?

Vuelvo a sonreír.

- Sabes que lo mío nunca han sido las despedidas –––– murmuro intentando no sonreír. Pero termino cediendo.
- Tendré que enseñarte entonces.
- Enséñeme pues.

Harry se acerca a mí, agarra ambas manos y las entrelaza con las suyas. Pega su frente a la mía y me mira. Sus ojos verdes traspasan los míos. Podría perderme en ellos y no volver jamás.

- Primero tiene que haber contacto visual –––– asiento. Y lo miro sin apartar la vista un segundo –––– Después te acercas a su suculenta boca y...

Sus labios rozan los míos de una forma sublime. Cierro los ojos y disfruto del beso. Él posa su mano en mi cuello, y me besa de nuevo. Esta vez abro los ojos y veo como los suyos están cerrados. Es demasiada perfección junta.

- ¿Y ahora? –––– susurro cuando sus labios se han despegado de los míos.
- Ahora viene la peor parte. Yo me voy a mi casa, y tú subes a la tuya.
- ¿Y si me opongo a que te vayas?
- Entonces no sería una despedida.
- Cierto señor Styles, está usted en todo.
- Por eso soy el maestro y tú la aprendiz.
- ¿He aprendido a despedirse, maestro Harry?
- Debo decir que sí. Y con el paso del tiempo aprenderás a amar, Maggie.

Contemplo sus ojos por unos segundos y después aparto la vista.

- Será mejor que suba.
- Buenas noches, Maggie.
- Buenas noches, Harry.




El reloj suena y yo sufro. Es Domingo. ¿Por qué demonios ha sonado el maldito despertador? Seguramente será el móvil de Briggit, esta chica nunca aprenderá.
Me levanto de la cama, y de camino al salón no hago más que restregarme los ojos. Veo todo borroso, supongo que será del cansancio.

Cojo el móvil y lo apago.

Huele a tortitas, a tostadas, y a café recién hecho. Que raro, Briggit no sabe casi cocinar.

Doy unos pasos, hacia la cocina y veo como un cuerpo esbelto está terminando de hacer su quinta tortita.

- Buenos días, dormilona.
- Son solo las diez de la mañana. ¿Acaso se me puede considerar una dormilona por levantarme a estas horas?
- Yo sí.
- Está bien.

Me acerco a él sonriendo de oreja a oreja.

- ¿Qué se supone que haces aquí?
- Hacerle el desayuno a mi novia.
- ¿A tu novia? –––– pregunto con tono de sorpresa, pero sin dejar de sonreír.
- Sí. ¿Por casualidad no la habrás visto? Espero no haberme equivocado de piso.
- Ja, ja, ja –––– digo en tono burlón, y le pego un empujón.

Le cojo por la camisa, y lo acerco a mí. Le beso en los labios. Sabe a café.

- Tenemos que hablar sobre ese tema de tu novia.
- Hablemos pues.
- Y lo haremos, pero primero vamos a comer, que me muero de hambre.

Harry entrelaza mi mano con la suya y me acompaña hasta la mesa. Me aparta la silla para que pueda acomodarme en ella y yo sonrío en muestra de gratitud.

- Eres todo un caballero, y... –––– me meto una tortita en la boca –––– Tus tortitas están deliciosas.
- Cuando las cosas se hacen con cariño saben mucho mejor.
- Tu lado cursi me asusta. De verdad.

El sonríe y yo también lo hago. Cojo una tostada y la embadurno de mantequilla. La boca se me hace agua nada más olerla.

- Y bueno –––– me humedezco el labio –––– ¿Desde cuándo me consideras tu novia formal? Es que creo que yo me perdí el momento en el que me lo pediste.
- Ala, tienes razón –––– se levanta de la mesa y va hacia donde yo me hayo.

No me puedo creer que vaya a hacer lo que yo estoy pensando que va hacer.
Harry se arrodilla a mis pies y yo termino de tragarme la tortita que me he metido en la boca.

- Maggie Stewart... –––– coge mi mano y yo sonrío –––– ¿Te gustaría ser mi compañera de viajes en esta travesía que es la vida?
- Es la cosa más ridícula, estúpida y remilgada que he visto en mi vida. Y por eso te digo que... Sí, quiero.


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