lunes, 8 de julio de 2013

Capítulo nueve.




Capítulo nueve.
ANTERIORMENTE.
De pronto el teléfono suena. Resoplo y al instante contesto.

- Maggie Stewart al habla, ¿qué desea?
- A ti. 


Capítulo nuevo.
Un estallido de mariposas se desatan por mi estómago, e inevitablemente una sonrisa ilumina mi cara. Su comentario ha sido tan... No tengo palabras. Mierda Styles, ¿cómo consigues siempre dejarme sin palabras?

- ¿Sabes que las mujeres detestamos que los hombres sean tan empalagosos?
- ¿Sabes que las mujeres no saben ni lo que realmente detestan?

Muestro una mirada desafiante y confusa, a través de la pantalla del teléfono. E instantáneamente me doy cuenta de que lo he echo en vano, porque él no se encuentra presente físicamente.

- ¿Quieres que te demuestre lo diferentes que pueden llegar a ser las mujeres?
- Deslúmbreme, señor Styles.
- Sin duda lo haré, señorita Maggie. Puedo empezar diciendo que unas se mueren por un mensaje de "buenos días", mientras otras les parece totalmente inútil y absurdo, unas desean que les llamen "princesas", otras "feas", otras "tontas", y después están las que extrañamente les gustan que les digan "gordis". Puedo seguir diciendo que muchas necesitan que pasen de ellas porque sino se sienten asfixiadas, otras que estemos las veinticuatro horas del día juntos porque sino sienten ignoradas... Hay tantas mujeres completamente distintas e increíbles en este mundo, e incomprensiblemente solo puedo pensar en usted.
- Cállate ya, Styles.
- Hágame callar usted, señorita Maggie.

Al instante me ruborizo, siento como los pómulos de mi cara adoptan un color rojizo muy poco habitual en mí.
Oh, Harry, no sabes cuánto me gustaría hacerte callar ahora mismo.

¡Maggie, compórtate!

Respiro profundamente esperando que estos obscenos pensamientos sobre Harry desaparezcan de mi mente de una vez por todas, pero no lo consigo. Exuberantes imágenes suyas pasan una tras otra por mi cabeza. Dios, es que es tan hermoso. Ese pelo rizado que le cae de esa manera tan sumamente sexy por la frente, esos ojos verdes que me hipnotizan totalmente, esos labios carnosos tan deliciosos... ¡Basta ya!
Por el amor de Dios. Solo es un hombre atractivo. ¿Cuántos hombres atractivos pueden haber en este mundo? Más de un millón seguro, y yo, aquí, pensando en este canalla que tiene por objetivo enamorarme para ganar una puta apuesta con el cabrón de su amigo. ¿De qué coño se supone que voy? ¿cómo puedo ser tan masoquista? ¿tan idiota? ¿tan... Enamoradiza?
Porque sí, lo confieso, este chico como siga así estoy más que segura de que va a lograr su objetivo. Y por supuesto, me cagaré en mí misma.
Universo, ¿qué te he echo para estar en esta situación? ¿cómo puedo arreglarlo? ¿acaso me estás cobrando el karma de la otra vida?

Suspiro, y me paso la mano por la cara. Todavía estoy sonrojada, que vergüenza.

- Maggie... Dirás que estoy loco, pero... –––– su grave tono de voz interrumpe la charla conmigo misma –––– Tengo la certeza de que te has ruborizado.

Hago un amago de contestar, pero finalmente prefiero no hacerlo, ya que aunque odie darle la razón, estaba vez la tiene. ¿Pero cómo ha podido adivinarlo? ¿tanto puede conocerme? ¿tan predecible pueden resultar mis acciones?
Dudo unos instantes sobre lo que debo hacer, e ignorarle e intentar por todos los medios cambiar el rumbo de la conversación, me parece por asomo la mejor de las opciones. Decidido, no daré marcha atrás sobre este tema.

- Bueno, señor Styles. Como podrá imaginar, ahora mismo, tengo miles de preguntas relacionadas con usted rondando por mi cabeza.
- Muy aguda cambiando de tema, señorita. Eso quiere decir que me da la razón y que por supuesto, he dado en el clavo.

Vuelvo a ruborizarme y a quedarme en silencio. Te odio, Harry... Bueno, no, pero me encantaría hacerlo.

- Tu silencio te delata y eso, aunque suene totalmente descarado, me pone.
- Te estás jugando que no vaya a la cita de esta noche –––– murmuro firmemente.

Su risa, a través del teléfono, suena tan enternecedora como de costumbre. Hace que me estremezca y eso no me gusta nada.

- Veo que las cosas se están poniendo serias, señorita Maggie. Y eso me hace plantearme una pregunta. El culpable de ese aire hostil y amargo que desprendes es el trabajo ¿o son impresiones mías?
- Son impresiones suyas.
- Yo diría que no. Aunque también sospecho que hacer cosas sin sentidos lo sea. 
-¿A ganarse la vida le llama hacer cosas sin sentido, señor tengomividaresueltaporquecantoenunabanda?
- A todo lo que no está relacionado con estar conmigo le llamo hacer cosas sin sentido, señoratengoelsentidodelhumorenelmismísimotrasero.

Una inmensas ganas de reírme se apoderan poco a poco de mí. Me resisto, pero finalmente caigo rendida ante estos incontrolables impulsos. Y para colmo él también lo hace.
¡He cedido! Me he reído y encima ha salido ganando, porque eso era lo que quería, conseguir hacerme reír.

- Estupendo después de este ridículo comentario me podrías explicar el por qué de su adorable llamada.
- Por supuesto que sí. Te he llamado para escuchar tu voz. ¿Sabes? Me tranquiliza escucharte, es tan... Reconfortante.
- Eres incorregible.
- Lo sé.

Pongo los ojos en blanco.

- Bien, señor. Me gustaría poder volver a mi trabajo, sin ningún tipo de interrupción por parte suya.
- Como no, señorita Stewart. Ha sido todo un placer poder hablar con usted.
- No puedo decir lo mismo.
- ¿No te cansas de dar a entender que no quieres nada conmigo cuando estás impaciente por volverme a ver?
- Deje de fantasear. Yo nunca he dicho tal estupidez.
- No hace falta. Yo lo sé.

Se ríe. Y los putos bichos que están dentro de mi estómago no paran de moverse de un lado hacia otro. Oh, Dios, esa risa me mata lentamente.

- Hasta esta noche, Maggie –––– murmura con un hilo de voz casi inaudible, pero extremadamente sexy.
- Hasta después, Harry...

Cuelgo y suspiro.
Lo único que tendría que estar preocupándome ahora mismo es no tener tiempo suficiente como para terminar de archivar los últimos papeles que me quedan, o el echo de no saber que decir cuando me encuentre en una de mis reuniones, pero no, ahora tengo que preocuparme por la cita de esta noche, por lo que sucederá entre nosotros. Nosotros... Que bien suena, ¿no?
Haré como sino hubiese dicho tal desfachatez.

Sonrío involuntariamente, mi subconsciente ya no tiene remedio. Solo puedo pensar en lo mucho que ha cambiado Harry mi vida, le ha dado un cambio de trescientos sesenta grados y no sé si agradecérselo u odiarle por ello. Tengo toda la tarde para sacar una conclusión y creo que lo haré, o eso espero.


Miro mi reloj y ya casi son las siete, cuatro minutos y seré libre. Se me ha pasado el tiempo volando, si hasta hace un momento eran las tres de la tarde... No sé como lo he echo, bueno sí lo sé, y la mayor parte se lo debo a él, a sus mensajes inapropiados pero encantadores.
Cierro sesión en el ordenador e inmediatamente lo apago.
Abro el cajón de mi derecha y dejo las cartas que me han llegado esta mañana, debería haberlas leído... Da igual.
Echo un último vistazo y en un instante mi corazón se hiela como la fría nieve que cubre Londres ahora mismo.



Narrado por Harry.
Revuelvo mi pelo intentando de alguna manera mejorar su estado inicial, pero no hay forma, me rindo.
Estiro mi brazo y cojo el móvil. Ni rastro de ella, hace un par de horas le mandé un mensaje y aún no me ha contestado.
Tengo un mal presentimiento, y sinceramente me encantaría que ahora mismo me llamara para quitarme estos nervios de encima, o por lo menos para saber que está bien. 

Harry eres un exagerado, estará bien. Estará preparándose.
Intento auto-tranquilizarme pero es casi imposible.

- Uau... –––– oigo una voz grave y masculina adentrándose en mi habitación.
- ¿Quién es la afortunada?
- No la conoces –––– susurro cortante.
- Seguramente no, conozco a muy poca gente la verdad, pero sabes que no me refería a eso.

Suspiro angustiado delante del espejo. Me coloco las mangas hacia arriba, me observo en aquel cristal y vuelvo a colocarlas hacia abajo. Hoy siento como si nada me quedara bien, como si nada fuera suficiente para ir a verla. Y eso me enfurece.

- Harry... ¿Por qué no me cuentas lo que pasa con esta misteriosa chica? Tampoco puede ser para tanto.
- Louis, si te lo contara probablemente no me dejarías verla más.

Los ojos de mi amigo aumentan de tamaño en cuestión de unos míseros instantes. Se acerca a mí y sigue con esa mirada asombrada puesta sobre mí. No quiero preocuparle con mis historias, no, por lo menos no hoy.

- He... He hecho un trato con Zayn.

Louis alza una de sus cejas, confuso. Me aparto de su lado y camino en dirección al baño. Necesito ponerme algo de colonia.

- ¿Un trato...? ¿Qué clase de trato?
- ¿Me prometes que diga lo que te diga respetarás mis decisiones?
- No –––– dice con una sonrisa.
- Me lo temía. Por eso no te lo voy a contar.

Me echo un poco de colonia. E inhalo el aroma que desprende, a Maggie le encantará.

- Por lo menos dime cómo se llama.
- Maggie... Se llama Maggie.
- Un bonito nombre.
- Lo sé. Nos vemos mañana, Louis.
- ¡No llegues muy tarde! –––– me dice a gritos, mientras salgo de la casa.

Estoy preparado. Esta noche será mi noche... Nuestra noche.


Aparco el coche frente al mejor restaurante de todo Londres. Su comida es exquisita, tanto como Maggie. Oh, sí, sus labios son rematadamente sabrosos.

En menos de dos minutos ya estoy sentado en la mesa que había reservado, y el tiempo pasa. Miro mi reloj y cada segundo que pasa se me hace eterno.
No tenía que haber accedido a no recogerla en su casa. ¿Por qué es tan impuntual?

- Señor, ¿qué desea?

"Que aparezca Maggie ya" digo en un susurro para mis adentros.

- Lo mismo de siempre, por favor.
- Enseguida.


Ya han pasado treinta largos minutos, y el horrible presentimiento que me abordaba antes se hace cada vez más claro y rotundo. No vendrá. No va a venir...

Harry.
Mensaje de texto.
09/12/12 21:59
"¿Dónde estás? Estoy empezando a preocuparme."

Miro a mi alrededor resignado. No puedo creer que me esté asiendo esto.

La llamo una vez... Dos, tres, hasta catorce veces. Estoy cansado, borracho y aburrido. He bebido unas... ¿Siete copas? No lo recuerdo.
Pago la cuenta y me dirijo hacia el coche. No ha venido, pero no me voy a rendir... Esta noche quiero verla. Quiero besarla. Quiero follármela hasta que no pueda más.

La llamo por última vez, tampoco lo coge. 

Oh, Maggie... No sabes lo que estás haciendo.

Conduzco rápido y decidido por las calles silenciosas de Londres. Aparco con dificultad, estoy empezando a ver un poco borroso. Si Louis me viera...

Toco tres veces en su puerta. ¿Cómo osa dejarme así?

- ¡Maggie! –––– grito lo más alto que puedo –––– ¡Maggie, sal! ¡Maggie, estoy aquí! ¡Maggie, necesito verte! ¡Maggie, joder!

Resoplo, hazme caso, por favor.
Esta chica es imposible. Doy media vuelta y abro la puerta del coche.

- Harry... Espera, por favor.


    No hay comentarios:

    Publicar un comentario